ELEANOR BERTINE

Del Prefacio escrito por Edward Edinger al Libro de Eleanor Bertine:
"Relaciones Cercanas: Familia, Amistad, Matrimonio"
Cualquiera que haga un esfuerzo serio por comprender la obra de Jung no puede dejar de sorprenderse de la magnitud del hombre.
Aunque murió hace más de treinta años, el impacto de sus descubrimientos sobre la naturaleza de la psique apenas ha comenzado a sentirse más allá de la consulta.
La amplitud y profundidad de su visión son asombrosas y por esta razón muchos rehúyen seguir investigando.
Un hombre así necesita intermediarios para comunicar sus ideas revolucionarias en formas más personales.
Eleanor Bertine fue una de las primeras en desempeñar esta función mediadora.
Lo hizo no solo en sus escritos, sino también ejemplificando en su vida y personalidad el impacto que Jung tuvo en un profesional inteligente que vivía en nuestra era de
transición.
Eleanor Bertine fue una pionera, una de las pocas personas que trajeron por primera vez la psicología analítica a Estados Unidos.
Nacida en 1887 en Nueva York, se graduó en el Vassar College y completó su formación médica en 1908 en el Cornell College of Medicine.
En 1920 viajó a Londres, donde asistió a un seminario de Jung y luego trabajó con él en Zúrich durante largos períodos de tiempo.
Junto con M. Esther Harding y Kristine Mann, fue miembro fundador del Club de Psicología Analítica de Nueva York en 1936.
Se convirtió en patrona del Instituto C.G. Jung en Zúrich cuando se fundó en 1948 y en 1962 de la Fundación C.G. Jung establecida en Nueva York.
Conocí a Eleanor Bertine por primera vez como amiga y socia de mi analista, Esther Harding. Más tarde la conocí como mi analista de control y más tarde como colega profesional.
Lo primero que me impresionó fue la claridad y agilidad de su mente.
Tenía una capacidad inusual para reconocer las cuestiones esenciales de una situación y para expresarlas de manera concisa.
A medida que la fui conociendo mejor, otras cualidades se destacaron más prominentemente: su integridad y su empatía.
Aunque era capaz de adoptar posiciones bastante firmes, siempre estaba dispuesta a examinar las cosas abiertamente en una búsqueda mutua de la verdad objetiva.
En ningún otro campo, excepto en la religión, hay tanta diferencia en la vida personal de uno qué teoría afirma.
El alma puede ser alimentada o asesinada, acalambrada o inundada, dependiendo de la teoría de la psique que uno sostenga.
Además, diferentes teorías pueden ser necesarias para diferentes individuos y en diferentes etapas de desarrollo consciente.
Por lo tanto, cada presentación es, hasta cierto punto, una confesión subjetiva.
Una de las virtudes de esta autora es que reconoció el factor subjetivo y le permitió expresarse abiertamente.
"Ars totum requirit hominem" el arte requiere de la persona en su totalidad.
Este viejo dicho alquímico personificaba el enfoque de Jung hacia el arte de la psicoterapia.
Eleanor Bertine siguió este principio.
En este libro se concede al lector una rara oportunidad de entrar en contacto con una personalidad sabia y amplia.
Aquí el lector encontrará el sentimiento sano al lado del pensamiento claro; el
respeto por los hechos combinado con la conciencia de los significados ocultos; una franqueza cálida y personal que, sin embargo, sigue siendo bastante objetiva.
Aunque Eleanor Bertine era médica, no sucumbió a la tendencia del clínico a ver al paciente solo en las categorías de patología.
Era consciente de que todas las vicisitudes de la vida personal, por triviales o sórdidas que parezcan, contienen un valor latente si uno puede abordarlas correctamente.
En sus propias palabras: "Cualquier experiencia humana puede ser un laberinto en el que vagar hacia la destrucción o un laboratorio para la creación de conciencia, dependiendo de la forma en que se encuentre".
Eleanor Bertine se dedicó a la tarea vital de crear conciencia, tanto en sí misma como en los demás.
La integridad y la devoción que aportó a esta tarea brillan en este libro.